Venecia, reina de la Laguna Veneta desde la cual los Venecianos dominaron durante siglos el Adriático, creando la más espléndida de las repúblicas marineras, deja estupefactos por la variedad de sus bellezas, que lleva a preguntarse si existe algún lugar en toda la ciudad que no valga la pena visitar. Situada sobre 118 pequeñas islas, la ciudad mantiene los antiguos barrios de antes, los “sestieri”: Cannaregio, S. Marco, Castello, S. Croce, S. Polo y Dorsoduro, y incluye las islas de S. Giorgio Maggiore y de la Giudecca. Por todas partes se respira la atmósfera única de una ciudad que supo ser el puente entre Oriente y Occidente. todo brinda testimonio de un cosmopolitismo y de una riqueza comercial sin igual, volcados por los venecianos en las obras públicas y en las viviendas privadas. Es el caso de la basílica de S. Marco, construida en el siglo IX, cuya arquitectura con cúpulas y las decoraciones con mosaico se remontan a la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla, y es el caso de todos los monumentos en estilo gótico-veneciano, incluido el palacio de los dux que, junto la basílica, domina la Plaza S. Marco.
El esplendor de Venecia perduró a través de los siglos, dando vida a obras de arte inmortales: de la gracia renacentista del Puente de Rialto, a la clásica belleza del siglo XVIII de la Iglesia de la Salud, al equilibrio neoclásico del Teatro La Fenice, uno de los más prestigiosos de Italia, destruido por un incendio en 1996. Innumerables museos y galerías (entre los cuales debemos citar al menos las Galerías de la Academia y el Museo Correr) conservan un patrimonio artístico sin igual.